lunes, 10 de marzo de 2008

Traducción y teología

Análisis contextual de “tsedeq” en la RVR (español) y la KJV (inglés)
Esteban Voth


Antes se pensaba que las traducciones de la Biblia estaban libres de prejuicios e ideologías teológico-doctrinales, por lo que una traducción “trasmitiría” según eso, el mensaje nítido de Dios. Esto es, se encontraría libre de interpretaciones “perniciosas”, siendo un trabajo aséptico; pero lo cierto es que toda traducción es ya una interpretación, donde el intérprete/traductor, tiene que escoger entre una gama de posibilidades para verter en otra lengua el mensaje bíblico. “El traductor o equipo de traductores hacen todo lo posible por trasmitir, en otro idioma, el significado de ese texto antiguo… este proceso de traducción no se da en el vacío”.[1] Por ello, como reza el dicho italiano, la traducción puede llegar a constituirse en una auténtica traición: traduttore traditore, el traductor es un traidor.

En una traducción influyen varias cosas, como por ejemplo, la cosmovisión del traductor o equipo de traductores. En el análisis contextual de la palabra hebrea tsedeq, se ve cómo una traducción puede afectar el modo en que la iglesia hace teología y cómo condiciona su praxis. Las dos versiones que aquí se estudian son “clásicas” dentro del ámbito de las iglesias evangélicas. Una de ellas en inglés y la otra en español. Si bien la RVR traduce la mayoría de las veces tsedeq por “justicia”, la KJV traduce la misma palabra como “rectitud”. Esto ha venido a afectar el uso y significado de esa palabra para la teología y la práctica de la iglesia latinoamericana porque los misioneros leyeron e interpretaron la RVR con los lentes de la traducción inglesa. Como la traducción inglesa fue auspiciada por el propio rey Jaime, se adoptó la traslación de rectitud, ahí donde aparecía tsedeq. “El rey no quería que la gente pensara que la justicia podría ser parte de su responsabilidad espiritual. Palabras poderosas como ‘justicia’, ‘justo’, y ‘fidelidad comunal’, no favorecían los intereses del rey”.[2] Eso empobreció enormemente el significado teológico/práctico de esa palabra hebrea, no sólo en el ámbito anglosajón sino también en el latinoamericano.

Aunque un mismo término hebreo no puede ser siempre traducido por una sola palabra en español o inglés, -sino que tiene que consultarse el contexto para aplicar la más adecuada traducción- muchas veces se sigue esta práctica poco sana, ocasionando mal-interpretaciones en el texto. Un ejemplo de esta situación es la de la palabra hebrea tsedeq, cuyo campo semántico es muy amplio y variado. “Según el contexto, puede significar: decisión, decisión legal, caso legal, justicia, derecho”.[3] Sin embargo, dicha palabra fue vertida en la KJV de una forma poco clara, con el término “rectitud”, en vez de las acepciones anteriores. El problema radica en que el término “rectitud” está mayormente vinculado a un individualismo que no tiene mucho que ver con el sentido bíblico del la palabra justicia en hebreo. Porque el sentido de la palabra tsedeq en hebreo es del ámbito de lo comunitario y no de lo individual. Infortunadamente, en muchas de nuestras comunidades de fe, todavía se vive un cristianismo trasmundano que no hace mucho caso al auténtico significado del mensaje profético, sino que busca paliar las necesidades de la gente con simples promesas del salvación en el más allá, no importa cuánto sufra en el más acá, porque tendrá reservada una “corona allá en el cielo”.

Emmanuel Flores-Rojas.



[1] Voth, E., Traducción y teología, p. 12.
[2] Ibid., p. 18.
[3] Ibid., p. 20.

jueves, 14 de febrero de 2008

DESENMASCARANDO AL IMPERIO


Sí, en el corazón del desierto de la guerra
habita también el oasis de la dignidad
que le resiste.

Rayuela[1]


Al pueblo iraquí, con profunda solidaridad en esta procelosa hora oscura.

INTRODUCCIÓN:

A propósito de los actuales acontecimientos suscitados en el contexto mundial,[2] sobre todo, la invasión a Irak –mejor que guerra- y reciente ocupación de Bagdad, su capital; es importante e imprescindible, que como cristianos reformados, digamos algo frente a tal brutalidad, emprendida por el nefasto gobierno de Bush. En otro tiempo, pero en momentos similares a los nuestros, el profeta Habacuc, dejó escuchar su potente voz profética y su queja, ante las injusticias acontecidas en su tiempo, su mensaje nos muestra la denuncia del pecado capital de los caldeos: sus desmesuradas ansías de dominio y de expansión territorial, sin importar todo el daño y la muerte que pudieran causar a su paso (Habacuc 1:9, 15; 2:5). Hoy el imperio en turno, el imperio petrolero de Washington nos muestra la misma ambición del otrora imperio babilónico; ubicado éste último, justamente en lo que actualmente es Irak, y que en el pasado fue cuna de la civilización, pero en el presente se ha convertido en un nido de barbarie. Este nuevo imperio, el imperio norteamericano, hace el mismo alarde de su orgullo prepotente, al igual que los caldeos lo hicieron en la antigüedad. Ellos, -dice el texto bíblico-:

(...) son gente cruel, que siempre están dispuestos a recorrer el mundo de lado a lado para adueñarse de tierras que no les pertenecen. Son espantosos y terribles, y no reconocen más ley que la suya. Sus caballos son más veloces que los leopardos, más salvajes que los lobos del desierto. Sus jinetes galopan en gran número y se lanzan al ataque desde lejos, como el águila se lanza sobre su presa. Todo lo destruyen a su paso; en su avance van sembrando el terror, y son más los prisioneros que hacen que las arenas que hay en el mar. Se burlan de los reyes y de la gente importante. Se ríen de las fortalezas, pues levantan rampas ante ellas y las toman por asalto. Pasan como un huracán; ‘no reconocen más dios que su propia fuerza’” (vv 6b-11)[3]


Las vivas imágenes que nos proporciona el profeta Habacuc, no están muy lejos de la actual experiencia iraquí. El profeta dice con justicia, “destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan” (1:3b). Pero frente a este panorama asolador, el Evangelio de Marcos, por su parte, nos muestra un “poder” completamente diferente al descrito anteriormente, no es el poder militar de algún ejército pequeño, pero tampoco es el poder del ejército más poderoso del mundo; es el poder liberador de Jesucristo, un poder que se opone a toda clase de opresión; sea ésta económica, política, social, militar, eclesiástica o espiritual. El poder de Jesús es el de un pobre nativo de una pequeña aldea, llamada Nazareth; sin ninguna influencia palaciega, económica o militar. Éste es un poder que no aplasta, pero sí que libera, un poder que se hermana con los humildes, con los pobres, con los débiles y desposeídos. Es el poder liberador de Yahvé, que en Jesucristo se ha humanado, acercándose a toda clase de oprimidos, enajenados, alienados y alineados. Es el poder que en el pasado se opuso al Faraón –prototipo del opresor por excelencia-, el poder que abrió el Mar Rojo en dos, el poder que abrió el Jordán, el poder que introdujo a Israel en la Tierra Prometida, el poder que se hizo hombre en Jesucristo, el poder que venció a la muerte, al pecado, y a Satanás.

A) LA NECESIDAD DE HABLAR:

Por todo ello, la Iglesia, siempre estará llamada a dar testimonio de este PODER liberador que en JC se hermana con los débiles; y consecuentemente, a oponerse también ella, a todo aquello que rebaje, la alta dignidad de Dios concedida a todos los seres humanos, la de ser y llevar su imagen y semejanza (Gn 1:26-27; 5:1-3). La Iglesia de JC es confrontada a tener siempre y en todos los casos, una voz profética, contra los falsos mesianismos imperialistas. A este respecto, resulta muy útil hoy, reconsiderar las apreciaciones de uno de los teólogos reformados, más importantes del siglo XX: Karl Barth, quien con una auténtica voz profética nos advierte del peligro de perder el derrotero, en relación con el imperativo categórico para la Iglesia de todos los tiempos:

Hay que repetir que el mandamiento de Dios, en la medida en que se le pueda y se le quiera escuchar, será siempre y en todas las circunstancias una llamada hacia la oposición, hacia la humanidad y contra todas las maneras de pisotearla; y, por tanto, una llamada a la toma de partido a favor de los débiles y contra la prepotencia de los fuertes. Es innegable que la comunidad cristiana ha tardado mucho en comprender esto, en relación con el moderno desarrollo capitalista…; y se ha hecho así corresponsable de la injusticia que caracteriza a este sistema.[4]



A la luz de eso, no podemos pasar por alto que el actual sistema económico neoliberal y globalizador en que estamos envueltos, ha propiciado una muchedumbre de pobres y miserables. Por ello, el presente ensayo, no es otra cosa, sino una llamada a la oposición contra la gran conflagración emprendida por George W. Bush contra el Tercer Mundo. No queremos ni podemos ser corresponsables de la injusticia que se está cometiendo en Irak. Así lo expresa el siguiente poema del extraordinario, poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti:

“Tomando una postura respecto a Irak”

(Fragmento)
Y una gran paranoia se propaga
por el país
Y América[5] convierte su ataque a
las torres gemelas
En el inicio de la Tercera Guerra
Mundial
La Guerra contra el Tercer
Mundo.
Y los terroristas de Washington
Embarcan jóvenes a los campos
de la muerte otra vez.
Y nadie habla
Y están provocando
A todos aquellos con turbantes
Y están desechando
A todos los inmigrantes
sospechosos.
Y están embarcando a los jóvenes
A los campos de muerte otra vez
Y nadie habla.[6]

Y nadie habla, es el reproche justificado de Ferlinghetti. Frente a estas circunstancias, ¿la Iglesia podrá callar? Por el contrario, la Iglesia, que se precie de tener a Jesucristo como su Señor y Maestro, y de conformidad con las Sagradas Escrituras, debe tomar una clara y enérgica postura contra la guerra en Irak, por tratarse de una invasión del todo injusta, que viola no sólo los más altos principios cristianos;[7] sino que también es una movilización que viola los derechos humanos, consignados en la declaración universal de la Asamblea General de la ONU. Una guerra que viola la convención de Ginebra, con la llamada intervención preventiva. Una conflagración que viola el derecho internacional, al atacar de forma unilateral a un país miembro de la ONU, sin la autorización expresa del Consejo de Seguridad. Bien lo decía ya, Cicerón: “Silent leges inter armas” (Las leyes guardan silencio cuando suenan las armas). Es indiscutible que en la lógica de Bush, una bomba “inteligente” dice más que mil palabras. Por eso, la diplomacia no sirvió para detener el conflicto. Así las cosas, la Iglesia no debe callar, tiene que hablar fuerte, ha llegado el momento de decir: ¡basta! Las lúcidas apreciaciones del juez español, Baltasar Garzón, son muy sugestivas con respecto a la guerra en Irak:

(...) primero, la guerra no ha sido declarado por autoridad competente según la legislación internacional; segundo, es una guerra injusta, un ataque preventivo difuso y con el fondo último de sustituir o derrocar a un régimen sin que haya medida de agresión, es de hecho, una guerra de conquista; tercero es una guerra inmoral, en este contexto no se atisba que ésta haya sido guiada por buenas intenciones, al contrario de lo que sucedió en Kosovo; y cuarto, no es una proporcionada, no constituía el último recurso, no había proporción suficiente entre las partes en conflicto, la desigualdad ha sido y se ha demostrado, clamorosa.[8]



Pero dejemos que nuestro propio texto bíblico, nos guíe en nuestra postura contra la guerra, contra este genocidio atroz. Pero antes, debemos adelantar que la guerra no es ni puede ser un medio justo para alcanzar la tan anhelada paz y seguridad mundial. No olvidemos que únicamente la justicia –no la seguridad- crea futuro[9]. No hay paz, sin justicia de por medio (Isaías 32:17). “Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” (Amós 5:24).

B) UNA PANORAMA DE MUERTE COMO ESTILO DE VIDA:

Basta dar una sola leída al capítulo 5 del evangelio de Marcos, para darse cuenta, que en el fondo de ese capítulo un tema recurrente es la muerte. En primer lugar, tenemos al poseso gadareno que vive como un muerto en vida. Se mueve entre las cuevas que servían como sepulcros, el lugar favorito de los demonios. Se mueve en lo que es el colmo de la inmundicia, para un judío; por una parte, tiene a los sepulcros y por la otra a los cerdos. En segundo lugar, tenemos a la mujer con flujo de sangre, su vida ha sido un tormento, porque por doce largos años “había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido, antes le iba peor” (v. 26). Su vida es una muerte lenta y progresiva. Finalmente, está la hija de Jairo, que curiosamente también tiene 12 años, pero de edad. En esos momentos, ella “esta agonizando”, su vida esta a punto de llegar a su fin, y muy pronto llega la noticia de que “ha muerto”. Entonces surge la pregunta de: ¿para qué molestas más al Maestro? (v. 35). Total, todo ha terminado, no hay nada que hacer.
Para aquella sociedad la muerte es tan “natural” que se han vuelto insensibles a ella, y además parece que el Maestro no puede hacer nada ante ella. Se cierne por igual sobre hombres y mujeres, sobre niños y ancianos, sobre sanos y enfermos, entonces para qué luchar contra ella, para qué tratar de cambiar las cosas, la muerte como estilo de vida es algo muy natural para aquella gente. Lo mismo si ésta viene por causas naturales (como en el caso de la hija de Jairo), por enfermedad (la mujer con flujo de sangre), o si viene por un cierto tipo de opresión (el endemoniado gadareno). Pero la muerte, por el medio por el que se manifieste, por el que se haga presente, frente a Jesús, no tiene la última palabra. Su palabra, -la de Jesús- es una palabra afirmante de esperanza y de vida: “No temas, cree solamente” y “¡Talitá Kumi!”. La muerte como un estilo de vida, y la muerte misma, se van por la borda frente al poder avasallador de JC. Por eso, nosotros no debiéramos de habituarnos a escenas de muerte como las que nos transmiten los noticieros, como si nosotros no pudiéramos hacer nada, como si JC estuviera de acuerdo con eso. En Jesucristo, la muerte no tiene, no puede tener, la última palabra.

C) UN RELATO SOBRECARGADO:

El relato del endemoniado gadareno, parece ser el resultado de dos tradiciones completamente distintas, que finalmente fueron fusionadas en el relato que conocemos. Es una narración con numerosas repeticiones y aparentes contradicciones, como por ejemplo, la del versículo 2, donde dice que el endemoniado: “vino a su encuentro” –el de Jesús- después de que ha descendido de la barca. Mientras tanto, el versículo 6, dice que: “Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante él”. Por otra parte, el relato del despeñadero de los puercos, resulta prácticamente imposible, por el hecho de que la ciudad de Gerasa está a más de 50 Km. del lago de Tiberiades.[10]
Pero más allá de cuestiones académico-teológicas, como el de la crítica textual; lo que nos interesa ahora, es resaltar el texto canónico, tal como nos ha llegado; finalmente, el escritor bíblico buscaba transmitir un mensaje a través de este texto sobrecargado. Pero, ¿qué nos dice entonces el relato? En tres ocasiones refiere, que el poseído vivía entre los sepulcros, e insiste el mismo número de veces en los grillos y las cadenas que intentaban someterlo y dominarlo. Es bien sabido, que en el judaísmo, mencionar algo tres veces, es decirlo en superlativo, es un pleonasmo. Quiere decir que el poseído está ligado en parte con la muerte, y en parte con los cerdos que lo rodean, y lo convierten en una persona ceremonialmente impura (Números 19:11ss y Levítico 11:7-8).[11]
El relato menciona hasta la saciedad, que “nadie podía atarlo, ni aun con cadenas” (v. 3) y que “nadie lo podía dominar” (v. 5). Aunado a todo esto, el endemoniado no cesaba de herirse con piedras y de emitir dolorosos alaridos, lo mismo que los servidores de los ídolos, los profetas de Baal (1 Reyes 18:28). En una palabra, el endemoniado, era un caso perdido. Eso en apariencia, porque Jesucristo, muy pronto demostrará lo contrario. Mostrará que su poder, tiene mucho que hacer en ese aparente caso, donde no hay nada que hacer; sino dar la media vuelta y volver sobre sus pasos. Pero Jesús no hará eso, sino que se plantara frente al problema y no sólo lo afrontara, sino que lo resolverá.

D) UN ENCUENTRO DISTINTO Y DIFERENTE:

La superioridad de Jesús queda demostrada desde el principio, es clara y contundente; sin embargo, el demonio quiere negociar su partida. Jesús es el más poderoso (1:7), el que ha sometido y atado al “hombre fuerte” (3:27)[12]. El demonio lo sabe muy bien, por eso se ha postrernado ante el poder de Jesús, pero intenta engañarlo, trata de persuadirlo, de tentarlo, como ya lo ha hecho antes (1:13). El demonio reconoce que no hay punto de referencia ni de encuentro entre él y Jesucristo y mucho menos de comunión (1:24). El demonio se siente amenazado, se siente en peligro, porque ante el poder de JC resulta imposible “seguir dominando”, convirtiendo a su “posesión” en una bestia. Esta siendo profundamente atormentado (5:7a).

El engaño:
Pero lo que viene a continuación es paradójico y esta fuera de toda lógica: “¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!”. El demonio sabe que Jesús es el Hijo del Dios Altísimo. Esa es la verdad de facto, (1:1, 11; 9:7) pero este demonio, no quiere que actúe como tal, como lo que verdaderamente es. Muy por el contrario, el demonio utiliza el nombre de Dios, ¡para impedir la obra de Dios, a través de JC! ¡El demonio trata en vano de exorcizar a JC! Como si JC fuera el demonio torturador. Hay un cambio aparente de papeles; en el que el demonio hace lo que sería la obra de JC, y el demonio convierte a JC en el demonio torturador. Esto es muy revelador para nosotros, pero no es más que una patraña de las muchas de que se sirve el demonio. Lo que el demonio mismo hace con sus victimas, ahora se lo adjudica a Jesús. Esto es completamente falso. Aquí vemos, como se utiliza la mismísima fe en Dios, el nombre glorioso de Dios, para hacer daño, y no sólo eso, sino para impedir la obra de Dios. Bush se sirve de los mismos métodos para “liberar a Irak”. En muchas de sus intervenciones, no deja de mencionar y aludir a Dios, tratando de justificar sus malas acciones. Todo esto, como si Dios mismo, fuera su alcahuete, el dios que él invoca no puede ser el de la Biblia, más bien se ha hecho un dios a su medida; él y sus lacayos no reconocen más dios que su propia fuerza (Habacuc 1:11b). Al igual que el demonio, tergiversa la mismísima fe en Dios, para someter a su voluntad imperialista a una muchedumbre de gentes. En este sentido, es importante señalar lo que los medios de comunicación confirman:
La marcha de Washington hacia el genocidio ha sido impulsada por el fanatismo en varios estratos ideológicos. Bush es un fundamentalista cristiano, (...) Como muchos alcohólicos reformados, se ha aferrado al fundamentalismo cristiano con un fervor que llega al extremo de que haya lecturas diarias de la Biblia en los salones del gobierno federal. Afirma que Dios lo predestinó para ser presidente (con la intervención divina de boletas electorales defectuosas en Florida y una corte en manos de republicanos), y para guiar a la nación en una cruzada contra el mal que justifica el genocidio del pueblo irakí (la Babilonia del Cinturón de la Biblia estadounidense).
(...) La confluencia de estas visiones de extremismo religioso, de contenido étnico y militarista que imperan en la administración Bush es el motor que impulsa el genocidio premeditado. La creencia de que existe “gente elegida por Dios” y “personas especiales” limpia la conciencia ante cualquiera que piense en la suerte que correrán millones de víctimas iraquíes, y además prepara el camino para futuros asesinatos en masa en Siria, Irán, Corea del Norte, Libia y tal vez en la “Europa antisemita”, como la llamó Richard Perle, el principal asesor militar de Rumsfeld.[13]
Fernando del Paso en “Gratitud y predestinación” también aborda este tema:

La idea del Destino Manifiesto –es decir, la de un destino, un designio otorgado por Dios que significaba la inevitabilidad de la continuada expansión territorial de Estados Unidos hacía el Pacífico y más allá, y que fue usada por los expansionistas estadounidenses para justificar la anexión de Texas, Oregon, Nuevo Mexico, California y Hawai- esta idea, en su origen, no fue la de ese país, Estados Unidos, sino la de una raza: la sajona. Nació en Alemania. Pasó a Gran Bretaña donde contó con numerosos e importantes partidarios –como el gran filósofo inglés George Berkeley-, y prendió en el Nuevo Mundo. Reginald Horsman, en su libro, La Raza y el Destino Manifiesto nos cuenta que ya los habitantes de Nueva Inglaterra se creían, desde el siglo XVII, el pueblo al cual la providencia le había designado, no sólo como un privilegio, sino como una obligación, la tarea de llevar La Palabra a otros pueblos, y así iniciar una época dorada de la que se beneficiaría toda la humanidad. Cuatro siglos después, ésta sigue siendo la bandera de George W. Bush.[14]


Finalmente,

Dona Milbank enfatiza el “fervor religioso” del presidente Bush (...) (su primer libro religioso es la Biblia, que convirtió en manual de gobierno) (...) ahora pasaría por la etapa de la adicción teológica al fundamentalismo apocalíptico que versa sobre el Armagedón, cuando el “príncipe de los buenos” destruiría a los “malos” para que sea posible la parusía: el segundo advenimiento de Cristo[15].

Esto es solo una pequeña muestra de cómo Bush y su administración tergiversan la fe en Dios y la Palabra de Dios, para conseguir lo que se busca, en este caso el petróleo irakí.

E) DESVELANDO LA CARA SUCIA DEL IMPERIO:

A la pregunta de Jesús para que el demonio revele su nombre (v. 9) acudimos a la revelación de la naturaleza y esencia misma de ese género satánico. Lo que ha vuelto loco a ese hombre; lo que lo ata, lo degenera, lo que lo embrutece; es una fuerza descomunal, es la fuerza de la Legión. Esto resulta sorprendente, y aquí tenemos una clave de interpretación. Porque más allá de las interpretaciones alienantes que quieren ver aquí, la simple lucha entre Jesús y una fuerza espiritual común y corriente; lo que nos muestra el texto bíblico es aleccionador y quizá completamente distinto de lo que estamos acostumbrados a escuchar desde nuestros púlpitos. Como si se tratara de una mera liberación y expulsión de un demonio como las otras a las que se enfrenta Jesús. A estas alturas, esperaríamos que Marcos escribiera y describiera el nombre del demonio en griego, la lengua en la que escribe su evangelio, el primer Evangelio en ser escrito. Pero resulta que Legión, es una palabra latina –como la del epígrafe de Cicerón, mencionada antes-, la mismísima lengua del imperio en turno, el imperio romano. Las Legiones, eran la fuerza de ocupación del imperio, estaban compuestas por entre 5000 y 6000 soldados de infantería y caballería, eran la división más poderosa y mejor entrenada del ejército romano. Si hoy leyéramos el texto en nuestra lengua materna, el castellano, de pronto nos encontraríamos que ese demonio se llama: The army, The navy, y bien podría ser The air force one. Es un demonio muy poderoso, hablando en términos militares. Por eso, mucho del lenguaje que Marcos utiliza en esta parte de su Evangelio, es un lenguaje simbólico, tomado del pensamiento militar, de la jerga castrense. José Cárdenas Pallares, no los ha hecho notar ya:

Dado que en griego hay muchas palabras que significan una gran cantidad, y dado que Marcos escribió en griego, debió de haber tenido sus motivos para escoger una palabra de una lengua extranjera para nombrar al demonio. Además “aguele” (que puede significar “tropel”), “epitrepo” (que también puede significar “dar órdenes”) y “hormao” (que puede traducirse también como “arremeter”) pertenecen al imaginario militar.[16]



Estamos hablando entonces, de un demonio singular, que todavía tiene muchas cosas que revelarnos.

F) UNA PETICIÓN INSÓLITA:


Como ya hemos dicho, el demonio legión es muy singular. Todo en el relato es muy singular. Lo que dice la Legión, lo que hace, lo que pide, dónde está, todo tiene algo importante que decirnos. En Marcos 1:34, vemos a Jesús actuando y echando fuera “muchos demonios”. Y el texto añade: y no dejaba hablar a los demonios, porque lo conocían. Jesús no deja hablar a los demonios, porque no quiere que lleguen a revelar el secreto mesiánico. Por eso hace callar a los demonios, les cierra el hocico. No los deja hablar porque como ya vimos, ellos saben quién es Jesús. Ellos reconocen lo que los maestros de la Ley, no alcanzan a comprender, que JC es el Hijo del Dios Altísimo (5:7), que es el Santo de Dios (1:24). Pero ahora, con el endemoniado gadareno, las cosas son diferentes, Jesús no sólo lo deja hablar, sino que le pregunta por su nombre. ¿Cómo te llamas? –es el cuestionamiento que hace Jesús. Está es la única vez, en que Jesucristo permite y hace hablar a un demonio, y también es la única vez que pregunta por su nombre.
En este sentido, no debemos olvidar que en la visión judía, el nombre revela la esencia misma del sujeto que lo posee. El demonio por su parte, se muestra reacio a obedecer a Jesús. Jesús le decía: ¡Sal de este hombre, espíritu impuro! Pero ahora no hay un ¡Cállate y sal de él! (1:25) sino un ¿cómo te llamas? (5:9). En el relato de expulsión del capítulo 1, el espíritu impuro, sacudiéndolo con violencia y dando un alarido salio de él. En aquél relato, el demonio sale sin más preámbulo, más que la violencia y el alarido. Pero ahora el demonio intenta negociar su salida: Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región (v. 10). En este rebelarse-revelándose, el demonio no sólo muestra su “rebeldía”, sino que al mismo tiempo, “revela” cuáles son sus verdaderas intenciones: permanecer en aquella región. No quiere salir de allí, porque eso significaría perder una “región” conquistada por la Legión.
Ayer como hoy, la tierra no es de quien la trabaja, sino de quien la conquista, cueste lo que cueste, y se pase por quien se tenga que pasar. Esta claro, que en la lógica del Pentágono, la tierra es de quien la bombardea, no de quien vive en ella. Ese demonio que se ha topado con un poder, más grandioso que el de él, espera negociar para recapitular. Ese demonio quiere seguir poseyendo ago, quiere estar ahí. El imperio está dispuesto a todo, menos a perder una parte ganada. “El triunfo es lo único que aceptaremos” –decía Bush-.
Los demonios de la Legión, le rogaban todos juntos, no querían estar fuera de esa tierra. Ningún demonio había hecho antes, una petición tan osada como esa, pero no olvidemos que estamos frente a un demonio muy especial y singular. Pero como veremos, Jesús no cede un solo ápice de terreno, no esta dispuesto a negociar, ni a caer en las trampas del poder imperial. Seguramente hoy tampoco cedería ante el petropoder, ante el poder petrolero, no ya de la Roma latina, sino del Washington anglosajón.

G) Y ALLÍ SE AHOGARON:

"Envíanos a los cerdos..." es otra petición; tratando de convencer a Jesús de una buena vez por todas, para que no los saque de allí, para que ellos sigan allí. Es un intento infructuoso, porque Jesús no está dispuesto a recapitular. No se dejará convencer o manipular. Pero, ¿por qué los cerdos? ¿Es que Jesús no tiene respeto por la vida de los animales? ¿O será que finalmente son simples animales inmundos? Nada de eso, lo que sucede es que así actúa el imperio. Quiere hacerse de lo que produce riqueza, de lo que puede ofrecer bienestar económico, de los medios de producción, de los medios de subsistencia. El demonio Legión, no sólo no quiere dejar el territorio, la región, la tierra, sino que quiere poseer algo más. Si se va, quiere llevarse algo. No es únicamente una fuerza de ocupación, sino que ante todo quiere apoderarse de lo que no le pertenece, de lo que no le corresponde. La Legión y sus demonios, quieren quedarse en y con los puercos. No están dispuestos a salir tan fácilmente, y además ¡con las manos, mejor dicho, las garras vacías! Quieren un botín. No es raro, en el ámbito militar y en tiempos de guerra, el despojo y el botín de guerra son lo indispensable, de lo contrario, las guerras no serían redituables. Así que el imperio y sus modernas Legiones también quieren apoderarse de algo, en este caso del petróleo de los iraquíes. “George Bush tiene ambiciones imperiales. Su intención es cambiar políticamente al mundo para tener colonias petroleras. Posiblemente ésa es la idea de Estados Unidos”.[17]
A todas luces, resulta claro que el petróleo irakí, con el segundo lugar de reservas petroleras en el mundo, -sólo después de Arabia Saudita-, es uno de los grandes protagonistas de esta nueva invasión, del petropoder de Washington. Quieren lo que para los iraquíes produce y representa riqueza. El petropoder –como lo llama Carlos Fuentes- de Washington quiere más recursos energéticos para su exitosa economía, basada fundamentalmente en la guerra. Pero Jesús no cede un ápice, no cae en las trampas que el poder le tiende. El hato se precipitó al mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. Esto nos recuerda uno de los grandes hechos salvíficos de Yahvé en la antigüedad, el paso del Mar Rojo por el pueblo de Israel en seco. Nos recuerdan a otra Legión, los ejércitos de Faraón, que intentaban seguir oprimiendo a los israelitas (Ex 14:5). También nos recuerdan que esa Legión se va a pique, se despeña, se ahoga, Yahvé termina con ellas. La Legión, de la misma forma que los soldados y carros de Faraón se ahoga, se hunde en las profundidades del mar, se van al abismo por el camino más corto, el de la presencia de Jesús. El Faraón mismo, muere con ellos, no queda ni uno de ellos (Ex 14:28; 15:4-7). Esto nos muestra que todo poder opresor, enajenante y alienante, se va por la borda frente al PODER liberador y salvador de Jesucristo, está destinado a irse a pique. El hombre otrora endemoniado, ahora ya no vive como una bestia salvaje, sino como un verdadero hombre, vive en la plenitud de lo que representa ser humano. Por fin, es dueño de sus actos, está sentado, vestido y en su juicio cabal. No tenía juicio, pero ahora ha vuelto a él; la Ratio nuevamente es parte de él.

Esto asusta a la gente, no lo comprenden, no lo entienden y mucho menos lo soportan. Entonces, expulsan a Jesús de sus contornos. Jesús y su poder salvador y liberador causan malestar en la gente. Con Jesús las cosas ya no son las mismas, ya no pueden ser las mismas. Pero Jesús no se impone, porque como ya lo dijimos, el poder de Jesús no es uno que aplasta, sino que libera y da vida. Sin embargo, Jesús no acepta la propuesta de seguimiento del exposeso, pero lo envía a contar lo que Jesús ha hecho en su vida. Publicar el poder de Jesús es la misión del rescatado. Eso suscita un cántico de alabanza en el corazón, como en el éxodo (Ex 15) esa alabanza, expresa la gloriosa manifestación de Dios, que en Jesucristo se ha hecho presente y patente, y que ha llegado para no desaparecer jamás. Un día, cuando Jesús finalmente haya aplastado toda clase de opresión, cuando haya acabado finalmente con el Satán de una vez por todas, cantaremos ese mismo cántico de Moisés, con una actitud vehemente y expectante. Entonces, en aquel día, celebraremos el triunfo final y decisivo de un Cristo victorioso.

EXCURSUS

Para evitar suspicacias, debo precisar, que este ensayo, no representa una apología, del régimen tiránico y deleznable del dictador de Irak, Saddam Hussein. Sino que ante todo, es un fuerte llamado –como el que hacía Karl Barth- hacía la humanidad y contra toda clase de intento de pisotearla. Además resulta no menos cierto, que Bush representa una amenaza mayor para la humanidad en la actualidad, como ya lo han reconocido muchos expertos en temas internacionales. Este ensayo, si se quiere, se debe ubicar eso sí, como una defensa de los legítimos derechos de los ciudadanos iraquíes, frente al claro atropello de su derecho de autodeterminación, como nación y pueblo independiente. Nadie puede argüir legítima defensa al pisotear los derechos del otro, y al pasar por encima de la ley.

EMMANUEL FLORES-ROJAS
ABRIL DE 2003
[1] La Jornada, domingo 23 de marzo de 2003.
[2] El presente ensayo, fue escrito en abril del 2003, recién se había efectuado la ocupación de Bagdad, sin embargo, las principales tesis siguen teniendo vigencia actual.
[3] El que esto escribe, recomienda el ensayo de Domingos Sávio Da Silva, titulado El pobre es el ¡No! divino a la violencia también intervencionista, (comentario sobre Habacuc) en RIBLA=Revista de interpretación bíblica latinoamericana, números 35-36, pp. 194ss. El texto de Habacuc procede de la Biblia Dios Habla Hoy, versión popular, SBU, México, 1999.
[4] En su monumental Dogmática Eclesial (KD, III, 4, 624), citado por José Ignacio González Faus en el prólogo del Esbozo de Dogmática de Barth, p. 9.
[5] Entiéndase Estados Unidos, no debemos olvidar que EE.UU. –como bien dice el filósofo Gómez Robledo- “había usurpado para sí el nombre patricio de América”. Citado por Fernando del Paso, en La Jornada, 18 de Marzo de 2003.
[6] El Universal, 6 de marzo de 2003. El subrayado es mío.
[7] Al respecto, véase el libro Principios teológicos y políticos del pensamiento reformado, donde se trata ampliamente el tema de la guerra desde una perspectiva reformada.
[8] El Universal, 10 de abril de 2003. El subrayado es mío.
[9] En estos momentos, resulta muy interesante, leer el libro del teólogo reformado Jürgen Moltmann: La justicia crea futuro. Política de paz y ética de la creación en un mundo amenazado.
[10] Al respecto, léase el comentario de Marcos 5:1ss en la Biblia de Jerusalén.
[11] Lo mismo sucede con la mujer menstruosa (Levítico 15:19ss). Pero también los actos de Jesús, lo hacen ceremonialmente impuro. El hecho de estar entre puercos y sepulcros, en una tierra extranjera, y ser tocado por la mujer, además de tocar a la niña muerta, todo ello es el colmo de la inmundicia. (Nm 19:11).
[12] El “hombre fuerte” es una imagen de Satanás, en ese sentido, es interesante notar que la palabra que Mateo usa en 12:29, para describir que el hombre fuerte es atado es la misma palabra que se usa en Apocalipsis 20:1ss, para describir la atadura de Satanás (el vocablo griego deo)
[13] “Genocidio y vida cotidiana en Estados Unidos”, James Petras, La Jornada, 16 de marzo de 2003.
[14] La Jornada, 18 de marzo de 2003.
[15] Citada por Alfredo Jalife-Rahme en “Fundamentalismo apocalíptico”, La Jornada, marzo 16 de 2003.
[16] El poder de Jesús el carpintero. Jesús y el poder en el evangelio de Marcos, p 85. Estoy muy agradecido con este trabajo de interpretación, porque como podrá apreciarse ha influido mucho en quien escribe este ensayo.
[17] George Baker en Día Siete No. 144, “Imperialismo petrolero”, suplemento de El Universal, pp. 34ss.

DE LA ÉTICA PROTESTANTE HACÍA UNA ÉTICA QUE PROTESTA

Aquellos que consideran a Calvino
como un mero teólogo no están bien
enterados de la grandeza de su genio.
J. J. Rousseau


INTRODUCCIÓN


La obra de Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo (Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus), nos sirve de marco, para reflexionar en torno a la relación entre protestantismo y capitalismo, y más específicamente a la aparente relación entre calvinismo[1] y capitalismo. Ello obedece al especial énfasis que algunos ponen en lo referente a la ética económica de Juan Calvino y el ulterior desarrollo del capitalismo. Es a Karl Marx, a quien erróneamente se le atribuye el hecho de haber sido el primero en sostener que la religión, es el opio de los pueblos. Sin embargo, la historia nos dice que fue Charles Kingsley, un pastor protestante de tradición anglicana, quien expreso –antes que Marx- esa misma idea con las siguientes palabras: “Hemos usado la Biblia como si fuera un mero manual especial para alguaciles, como una dosis de opio para mantener quietas a las bestias mientras se las carga”.[2]

De la misma forma, como se le atribuye a Marx, esa idea en cuanto al papel que juega la religión en las conciencias de las personas, así, se ha hecho lo mismo con el pensamiento económico de Calvino, no sólo tergiversando lo relacionado con su ética económica, sino también asociándolo con el nacimiento del capitalismo actual. “Algunos historiadores y economistas han señalado la existencia de una relación entre el calvinismo y los orígenes del capitalismo. Algunos han tratado de probar que el calvinismo fue el espíritu propulsor del capitalismo”.[3]

Entre estos últimos se encuentra el economista y sociólogo Max Weber, quien en la primera parte de La ética protestante, insiste sobre “el carácter eminentemente protestante tanto de la propiedad y empresas capitalistas”[4]. Weber ha relacionado muy estrechamente el puritanismo calvinista y los valores éticos con que el hombre creyente debe impregnar su vida profesional, ha visto también, en la ética protestante, la aparición y desarrollo del capitalismo moderno. Así, desde la muy particular teoría de Weber, sería Calvino, uno de los creadores y promotores del sistema capitalista que conocemos.

Empero, como intentaremos poner de manifiesto en el presente ensayo, resulta que al “aproximarnos más al pensamiento económico de Calvino, veremos... como el ‘calvinismo de Calvino’ sirvió más bien de obstáculo contra el capitalismo”[5] moderno, que ha devenido en el actual sistema globalizador y neoliberal, y cuyas atrocidades resultan del todo manifiestas en el presente estadio. Parece más correcto pensar que el capitalismo y el calvinismo “comenzaban a cobrar impulso en la misma época, y que pronto se aliaron”[6]. Finalmente, aunque al Calvino histórico hay que leerlo “desde diferentes perspectivas para conservar su historicidad”, ello no significa sin embargo que tergiversemos su pensamiento a favor de cierta ideología. Pero también resulta cierto que “aquellos que se contentan con repetir las palabras de Calvino no son buenos calvinistas; no han aprendido de él, decía Barth.”[7]


MAX WEBER Y LA ÉTICA PROTESTANTE


Entre las múltiples investigaciones weberianas, destacan los estudios sobre el proceso de racionalización subyacente en la constitución de la sociedad capitalista, el método weberiano, contribuye a entender e interpretar el sentido de esos acontecimientos sociales. Weber investiga el nacimiento del capitalismo, buscando su «sentido» como fenómeno humano, que no sólo puede explicarse e interpretarse a partir de bases únicamente económicas, sino también religiosas. Enfrentado ideológicamente a Marx, Weber estaba convencido de que no era el materialismo (la búsqueda del dinero) el mecanismo social más importante, sino que la ideología, sobre todo religiosa, era el principio fundamental que regía la vida de las personas y los pueblos. En la Introducción de La ética protestante, menciona que su obra pretende “determinar la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una <> de un ethos económico, fijándonos –dice- en el caso concreto de las conexiones de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético”[8].

En la concepción de Weber, algo que distinguiría a la sociedad industrial moderna de cualquier otra anterior, es su objetivo de acumular bienes indefinidamente mediante la racionalización del trabajo profesional, impulsada por el ideal ascético del puritanismo tan característico del ulterior movimiento calvinista. Parte fundamental de este desarrollo lo protagoniza el proceso de racionalización, tendencia de una sociedad a modificar sus estructuras e instituciones sociales mediante la racionalidad. Para Weber, éste es el factor esencial que determina no sólo la conversión de una sociedad primitiva a una sociedad industrial, sino también todo el proceso de transformación y superación de las instituciones sociales, políticas, jurídicas y económicas en las sociedades occidentales modernas.

En la formación de ese «espíritu del capitalismo», habrían intervenido diversos factores causales, y precisamente en su ética protestante y el espíritu del capitalismo, analiza la concepción del mundo y la ética del trabajo, propias del calvinismo. Él sostiene, que “han sido siempre los protestantes (...) –y más específicamente los calvinistas- los que, como oprimidos u opresores, como mayoría o como minoría, han mostrado singular tendencia hacía el racionalismo económico”[9]. Entonces, el calvinismo y el puritanismo que estuvieron íntimamente relacionados, dadas sus condiciones “ascéticas”, constituyeron de una u otra forma un terreno fértil para el surgimiento del capitalismo europeo y también del norteamericano. Habría entonces una clara distinción entre los países de confesión reformada o calvinista (protestantes al fin), y los países de confesión católica, de tal suerte que el desarrollo de unos y el retraso económico de los otros, podría ser explicado, desde la confesión religiosa de cada país.

El católico... es más tranquilo; dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien asegurada, aun a cambio de obtener menores ingresos, a una vida en continuo peligro y exaltación, por la eventual adquisición de honores y riquezas. Comer bien o dormir tranquilo, dice el refrán; pues bien, en tal caso, el protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente.[10]

En este sentido, existe un auténtico ethos protestante, una naturaleza económica que permite que el individuo protestante sea movido por una cosmovisión particular del mundo y del trabajo. Una de las principales ideas protestantes, que darían forma –en la concepción weberiana- al surgimiento del capitalismo, es la doctrina protestante de la Predestinación. La racionalización del trabajo, como un todo organizado sería el orden que había que instaurar en el mundo, por mandato de Dios. Ese ímpetu permitiría que el calvinista viera en su avance económico, la mano de Dios, y puesto que Dios, es el soberano del mundo, éste se complacería en bendecir a sus escogidos. La más intensa piedad estaría así, íntimamente relacionada con el avance y éxito económico. La mejor señal de la predestinación sería una vida ascética, una vida que demanda testimonio fehaciente de estar entre los escogidos, a través del avance económico. Weber no duda en llamar al calvinismo como el “vivero de la economía capitalista”. Insiste tenazmente en que “la confesión <>[11] hubo de resultar excepcionalmente beneficiosa para el desarrollo del espíritu capitalista”[12].


EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO SEGÚN WEBER


En la segunda parte de La ética protestante, Weber desarrolla el tema en lo que se refiere al espíritu del capitalismo. Primero menciona que ese término no debe ser entendido de una forma reduccionista, no se debe entender únicamente lo que en su investigación se revela esencial para él. En segundo lugar, lo que pretende hacer, es una descripción “provisional” de ese espíritu. Así, en ese intento de descripción profesional toma como ejemplo de aquel espíritu económico a Benjamín Franklin en cuya obra que lleva el título de Advertencias necesarias a los que quieren ser ricos, desarrolla las siguientes ideas del llamado “espíritu capitalista”, el cual:

1. Piensa que el tiempo es dinero
2. Piensa que el crédito es dinero
3. Piensa que el dinero es fértil y reproductivo
4. Piensa que, según el refrán, un buen pagador es dueño de la bolsa de cualquiera[13]

En Franklin, según la visión weberiana, el espíritu capitalista, adquiere el carácter de una máxima de conducta ética. En el espíritu del capitalismo, Weber legitima y limita el proceso de acumulación del capital. Lo legitima porque es una especie de mandato divino que tienen que hacerse, lo limita porque no todos los hombres son parte de los escogidos.

A partir de Franklin, Weber define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico. Weber expone su tesis de que la ética puritana ha influido en el desarrollo del capitalismo. No obstante que la religiosidad profunda normalmente va acompañada de un rechazo a las actividades mundanas incluyendo las económicas. Pero ¿por qué no fue éste el caso del protestantismo? ¿Por qué el protestante no ve en su trabajo una actividad mundana, asociada con lo que no es bueno ni deseable? Weber intenta explicar esta paradoja en su obra.

El comportamiento lógico es conseguir el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo no habiendo alicientes para seguir trabajando cuando se ha conseguido lo suficiente para llevar una vida modesta. Esta actitud estaba reforzada por la idea del trabajo como castigo por el pecado original dentro del ámbito netamente católico. En el ensayo señala que si a un campesino católico polaco se le duplica el sueldo, trabajará la mitad, porque no habrá necesidad de acumular más.

El protestantismo hizo salir a la calle el comportamiento de los conventos, donde los monjes trabajaban para glorificar a Dios[14]. De hecho, éste es uno de los lemas de los reformados Soli Deo Gloria. El trabajo era una actividad buena en sí misma al margen del enriquecimiento personal. En el ámbito protestante, el trabajo no sólo es visto como algo bueno y deseable, sino sobre todo como una bendición de Dios[15]. Por eso, el sacrificio en el trabajo y el éxito económico no era seguido por una recompensa con bienes terrenales sino como una prueba de ser los elegidos: la predestinación.

Weber hace la observación de que los calvinistas no hacían ostentación de sus riquezas, gastándolas en tierras u objetos de lujo sino al contrario (todos vestían de forma modesta) y los beneficios los reinvertían continuamente generando así un "círculo virtuoso", convirtiendo en pocas generaciones un pequeño negocio familiar en una próspera empresa. Intentando responder a la afirmación de que en ese entonces (1905) no es la ética protestante la que rige el sistema económico, Weber argumenta que cuando el capitalismo ya está consolidado, los principios puritanos que originaron la nueva economía ya no son necesarios, ya que el sistema se mantiene a sí mismo.

Weber observa que la mayor parte de los inventores de maquinaria práctica han sido protestantes, sobre todo calvinistas (entre los que se encuentran los puritanos, presbiterianos escoceses, hugonotes, holandeses y suizos), mientras en el mundo católico o luterano la tendencia es a la investigación científica sin posibilidad de aplicación al mundo económico. A la luz de lo anteriormente expuesto y en el particular punto de vista de Weber, la ética protestante sería una condición sine qua non hubiera sido posible el surgimiento del actual desarrollo capitalista. La cuestión que se plantea ahora, es si efectivamente esa concepción weberiana del trabajo y de la ética protestante es acertada, o si es una interpretación del todo gratuita. Para eso, nos detendremos más de cerca en la ética económica de Calvino, y no meramente en lo que mucho tiempo después los puritanos pensaban acerca del trabajo y de la ética que acompañaba a este.


CALVINO Y SU ÉTICA ECONÓMICA


Calvino puso especial énfasis en el trabajo, como una forma de santificación, el vicio que combate con más ahínco es la pereza. “Echa en cara a los monjes que no trabajan con sus manos, y viven de los bienes de otros”[16]. El trabajo es una bendición de Dios, a través del cual, se transforma el mundo y al hacer eso, el hombre también es transformado[17]. Aquello que Calvino defendió denodadamente y que llegó a ser su obsesión primaria, fue el tema de la Gloria de Dios, Soli Deo Gloria, su visión del trabajo, está enmarcada por esa profunda convicción religiosa. “El sentimiento particularmente austero de la vida, la conciencia del calvinista de pertenecer a un mundo de elegidos, hacen que la teoría de la predestinación, (...) produzca un vigoroso optimismo favorable al desarrollo de laboriosidad humana”[18]. Pero de ahí, a considerar al calvinismo, como el catalizador que motivo el desarrollo capitalista, lleva a matizar la posición weberiana. Hay una gran diferencia entre el trabajo vigoroso y la ganancia a ultranza, entre la laboriosidad y el capitalismo atroz. Para darse cuenta del enorme abismo que separa la ética económica de Calvino y el capitalismo moderno, es suficiente conocer un poco de la vida y obra de Calvino, eso mostrará, que algunas afirmaciones de Weber no concuerdan plenamente con el pensamiento del reformador.

Eliseo Pérez, dice que “Weber se protege a sí mismo diciendo que él no está estudiando el punto de vista personal de Calvino, sino el calvinismo”[19]. Además de que equipara al calvinismo, con el puritanismo inglés del siglo XVIII, y no sólo eso, sino que toma como paradigma representativo del pensamiento de Calvino a Benjamín Franklin. Aunque Weber tuvo de primera mano, las Instituciones de la religión cristiana, -obra cumbre del pensamiento teológico de Calvino- “no fue capaz de presentar, como pruebas históricas, nada más que textos tardíos puritanos, (...) [y] de estos escritos mencionó sólo la mitad de la verdad. Silenció la responsabilidad frente a la comunidad, la preocupación por los débiles y la educación para el bien común, que vienen expresados en estos escritos pastorales y que son patrimonio esencial de la vida puritana[20].

Esto permite ver que Calvino, lejos de estar relacionado directamente con el capitalismo, fue consecuente con un estilo de vida más bien precario y austero, que siempre mantuvo en Ginebra hasta el día de su muerte[21]. “Juan Calvino, y todos aquéllos que recibieron la influencia de él, tanto en ideas como en la manera de ver el mundo, pusieron gran énfasis sobre la necesidad imperiosa que cada ser humano, cristiano o no cristiano tiene de trabajar”[22]. El trabajo ejecutado en el theatrum gloria Dei, en el mundo como el teatro de la gloria de Dios, es consubstancial y por tanto, un mandato divino impuesto -en el pensamiento de Calvino- al hombre. En este sentido, hay que rechazar cierta dicotomía falsa que ve dos entidades en oposición, el mundo y el cielo, la carne y el espíritu. El trabajo humano es por ello una respuesta a la vocación divina de cultivar el huerto [=mundo] (cfr., Génesis 2:4-5, 8, 15; 3:23; Proverbios 6:6ss; 10:4; 12:24; 13:4; 15:19; 19:15; Eclesiastés 2:24; 3:22)[23]. La ética económica de Calvino no fomenta de ninguna manera una especie de “escapismo” del presente mundo, sino una transformación de él. Pero actualmente, aunque “Calvino tiene muchos herederos dispuestos a cultivar la caridad,... carecen totalmente de un interés por la justicia social. La única libertad por la que están dispuestos a luchar es la libertad para acumular riquezas”[24].

La ética económica calvinista, lejos de ser elitista, está empapada de un profundo sentido de la justicia social, eso queda plenamente manifestado en sus comentarios de Éxodo 20:15 y Deuteronomio 5:19, donde comenta respecto al robo y la violencia, lo siguiente:

De aquí que los hombres roban no sólo cuando en secreto toman las propiedades de otro, sino también cuando ganan dinero al perjudicar a otros, acumulando riqueza en forma cuestionable o preocupándose más por sus propias ganancias que por la justicia. En consecuencia, todas las formas equivocadas de apropiarse la propiedad de otros están incluidas bajo el robo; pues no hay diferencia entre el robo por medio de la violencia y por medio del fraude[25].

El moderno desarrollo capitalista globalizador y neoliberal, lo único que ha producido es más riqueza, pero sobre una muchedumbre de pobres, el sistema está elaborado para ganar y obtener ciertos beneficios económicos sobre la miseria de las masas. Este desarrollo del capitalismo atroz no puede ser obra de una ética basada en el amor a Dios y al prójimo. “La ética económica de Calvino, en sí, no es una ética consecuencialista o de la eficacia, cuyo valor estribe en la utilidad monetaria; más bien es una ética de servicio a Dios y al prójimo y una ética de auto-control personal”[26]. El sistema capitalista que Weber ve cobijado por una ética protestante es un robo porque gana dinero al perjudicar a otros, con lo que la riqueza acumulada es del todo cuestionable. La ética económica de Calvino no estaría aparejada con el sistema económico actual. Sobre todo, porque “el calvinista relaciona la responsabilidad humana con el plan todoabarcador de Dios. La responsabilidad humana no tiene lugar en un vacío, sino que ocurre dentro de la historia que está bajo la disposición última de Dios. De manera que, el hombre es responsable como criatura de Dios”[27].


CALVINO Y LOS POBRES[28]


Calvino hizo una clara distinción entre hombres que trabajan y personas que se aprovechan del trabajo de otros. En la Ginebra de Calvino, a los pobres no se les grababan los prestamos con interés y a los huérfanos se les educaba gratuitamente. Si bien Calvino era receloso en cuanto a la gran riqueza, no veía ningún merito en el hecho de ser pobre. Puesto que los ginebrinos estimaban que glorificar a Dios era un deber de la sociedad en su conjunto, y este deber conllevaba, entre otras cosas, erradicar la pobreza, y había un plan para hacer eso. En 1536 cuando en Ginebra se reformó la Iglesia, se crearon dos importantes instituciones de asistencia a instancias de Calvino: el Departamento de Educación Pública y el Hospicio. La educación tenía que estar al alcance de todos y ser gratita para todos los muchachos, sin olvidar a los huérfanos. Así mismo, había que cuidar de las personas enfermas y menesterosas[29].

Calvino tenía una predilección especial por un pasaje que, leído en el contexto actual, tal vez pudiera parecer bastante duro: “Quien no quiera trabajar, que tampoco coma” (1 Tesalonicenses 3:10) Al comentar este texto, Calvino lo relaciona con el contenido del Salmo 128:2, a saber, “Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y te ira bien”, realizando de esta forma una interpretación positiva del citado pasaje, y desechando la idea de dejar morir de hambre a los holgazanes.

Calvino promovió asimismo la ética protestante del trabajo, cintando lo recogido en Proverbios 10:4: “mucho trabajo, riqueza”. De esta forma, se hace valer la dignidad del trabajo, y, en consecuencia, también del derecho de los trabajadores a disfrutar y a beneficiarse en y del trabajo. Esta concepción del trabajo podría ser el principio de una teología de los derechos de los trabajadores.

Calvino no era partidario de las personas que no trabajaban se beneficiaran del trabajo de los demás. Este planteamiento nada tiene que ver con los pobres, sino más bien con lo holgazanes. Calvino sostiene que la holgazanería está condenada por Dios, mientras que los pobres deben recibir la ayuda de los diáconos, recibir ayuda financiera mediante la concesión de préstamos exentos de interés, y beneficiarse de la venta de los bienes de las iglesias a fin de socorrerlos. Los niños pobres debían ser educados gratuitamente.

Calvino interpreta el pasaje arriba citado, como una forma de instruir a los habitantes de Tesalónica para que no se fomentará la holgazanería, compartiendo los recursos con aquellos que no trabajaban ni los necesitaban. Denuncia el comportamiento de los que viven a costa del sudor de la frente del prójimo y que no hacen nada para ayudar al pueblo. No se refiere expresamente a los pobres, ni tampoco a los desempleados, sino a aquellos cuya función es cuidar de su familia.


CONSECUENCIAS DE LA PREDESTINACIÓN BIEN ENTENDIDA


Las doctrinas de la predestinación y de la elección que procede de aquélla, y que Calvino lleva ciertamente hasta sus últimas consecuencias, han sido una de las ideas más atacadas y caricaturizadas del pensamiento teológico del reformador francés. Ello obedece a una mala comprensión de tales doctrinas reformadas. Se cree que esas doctrinas son un mero determinismo, a través del cual Dios ha predestinado a unos para vida y a otros para muerte, sin dejar lugar alguno a la libertad del hombre (la doble predestinación). Sin embargo, la predestinación y la elección, no tienen que ver fundamentalmente con un grupo selecto de personas –los calvinistas- que se distinguen por su desarrollo económico y financiero, de los que no están dentro de los escogidos.

¿Pero cómo es entendida la predestinación entonces? Boettner sostiene que la predestinación es:

...la doctrina teológica, asociada primeramente con el calvinismo, que afirma que Dios ha preordenado todas las cosas desde la eternidad, incluyendo la salvación o reprobación final del hombre. (...) Probablemente su expresión más completa se encuentre en la Confesión de Fe de Westminster, que es la norma autoritativa de la mayoría de las iglesias presbiterianas y reformadas a través del mundo[30]

A partir de la anterior definición se puede ver claramente, como es que la predestinación y la elección, no tienen que ver fundamentalmente con la economía sino con la salvación y redención de los hombres. Esas doctrinas estarían dentro de lo que teológicamente se conoce como soteriología. Pero sobre todo, las doctrinas de la predestinación y de la elección, no dan licencia para la presunción y el egoísmo, sino que lejos de asegurar al hombre un lugar privilegiado entre el resto de los seres humanos, colocan a éste en una posición de responsabilidad frente al autor de tal hecho.

Además, según la tesis sostenida por Arjona en De la sumisión a la revolución: la influencia de Calvino en el desarrollo del protestantismo francés[31], el movimiento calvinista fue desde su nacimiento, un movimiento popular, que reunía, sobre todo a los perseguidos por causa de sus convicciones religiosas. La doctrina de la predestinación, es fruto de una teología emergente y coyuntural, que responde a una situación específica de persecución y muerte de los hugonotes franceses. En medio de eso, cobra nuevo sentido el significado de esa doctrina, para aquellos que estaban siendo oprimidos y perseguidos. Como Moltmann sostiene:

El hecho de que subrayaran su sólida vocación en la fe, nada tenía que ver con una conciencia de elección elítica. Para ellos elección no significaba otra cosa que perseverar en la fe hasta el fin, resistir todas las seducciones y todas las medidas coercitivas, mostrando una firmeza inquebrantable. La doctrina calvinista de la predestinación debemos entenderla a la luz de las experiencias del sufrimiento y de la persecución, así como de la admirable resistencia de muchos de esos cristianos; de lo contrario, no lo entenderemos en lo absoluto. Un testimonio inolvidable a este respecto, es la expresión resister grabada en piedra por Marie Durand en la torre de Constance en Aigues-Mortes, al sur de Francia. En esta torre estuvo ella encarcelada 40 años. Cuando los cristianos reformados acentuaban en su vida la santificación, querían expresar, dentro de la situación beligerante en que se desenvolvían, la necesidad del no-conformismo cristiano[32].

Esto está íntimamente relacionado, no con una supuesta ética protestante, de corte calvinista, que preparó el advenimiento del capitalismo moderno; sino fundamentalmente con una ética, con una naturaleza que desde su nacimiento protesta y se rebela revelándose como no-conformismo con la situación actual. Se trata, no de una ética que sirve a los intereses imperialistas y palaciegos, sino de una ética comprometida con todos aquellos que sufren cualquier clase de opresión, sea económica, política, militar, social o eclesiástica. Marx y Engels escribían en el Manifiesto del partido comunista, en 1848, “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma...”. Actualmente el fantasma del comunismo, ya no sigue acosando a la vieja Europa; ahora, es el negro fantasma del capitalismo neoliberal y globalizador, el que recorre, no ya a Europa, sino al mundo entero, empobreciendo a millones y enriqueciendo a unos cuantos. El calvinismo de Calvino, lejos de promover el desarrollo capitalista atroz, constituyo más bien una voz de protesta contra la prepotencia de los fuertes. Concluimos con el pensamiento de uno de los discípulos más conspicuos de Juan Calvino, Karl Barth teólogo y pastor reformado suizo, quien con una auténtica conciencia histórica, se dio cuenta muy pronto del peligro que representaba ya en la primera mitad del siglo pasado, el desarrollo capitalista moderno:

Hay que repetir que el mandamiento de Dios, en la medida en que se le pueda y se le quiera escuchar, será siempre y en todas las circunstancias una llamada hacia la oposición, hacia la humanidad y contra todas las maneras de pisotearla; y, por tanto, una llamada a la toma de partido a favor de los débiles y contra la prepotencia de los fuertes. Es innegable que la comunidad cristiana ha tardado mucho en comprender esto, en relación con el moderno desarrollo capitalista…; y se ha hecho así corresponsable de la injusticia que caracteriza a este sistema[33]

Así pues, el reto de la auténtica ética protestante, es convertirse en una ética no conformista, y por tanto, en una ética que protesta.


Emmanuel Flores-Rojas,
Universidad Autónoma del Estado de México.
Ponencia presentada en el
“XXI Encuentro Nacional de Estudiantes y Pasantes de Filosofía” (CONEFI)

[1] El calvinismo o sistema reformado, debe su nombre al teólogo y reformador francés Juan Calvino (1509-1564). Sus herederos son conocidos en el mundo como presbiterianos o reformados, lo cual es mejor que llamarlos calvinistas, porque como sostiene Meeter: “Él hubiera –Calvino- sido el primero en oponerse a esa etiqueta. Es mejor llamarle pensamiento reformado o cosmovisión reformada”. Meeter y Marshall, Principios Teológicos y políticos del pensamiento reformado, Libros Desafío, Grand Rapids, 2001, p. 19.
[2] Citado por Pérez, Eliseo “La ética calvinista” en Calvino vivo, El Faro, México, 1986, p. 169.
[3] González, J. L., Historia del cristianismo, tomo 2, UNILIT, Miami, 1994, p. 78.
[4] Weber, M., La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Albor, Argentina, 1999, p. 40.
[5] Pérez, E., et. al., op. cit., p. 170.
[6] Gonzáles, J. L., op. cit., p. 78.
[7] Arjona M., R. J. De la sumisión a la revolución: la influencia de Calvino en el desarrollo del protestantismo francés (tesis de licenciatura), Centro Basilea de investigación y apoyo, A. C., México, 2001, p. 7.
[8] Weber, op. cit., p. 33.
[9] Ibíd., p. 45.
[10] Offenbacher, citado por Weber en op. cit., p. 46.
[11] En el leguaje evangélico castellano, la palabra "reformista" o "reformador" significa: lo que tiene que ver o se deriva de las reformas protestantes del siglo XVI. En cambio, el término "reformado" solo se aplica a aquellas iglesias protestantes cuyo origen estaba en Suiza: "reformado" equivale a lo que popularmente también se llama "calvinista" (aunque este término es poco preciso). La iglesia luterana, en cambio, no es una iglesia "reformada", pero sí reformadora.
[12] Weber, op. cit., p. 49.
[13] Ibid., pp. 54ss.
[14] Aunque como se verá más adelante, la holgazanería es algo que Calvino le echa en cara a los monjes, cfr. supra p. 6.
[15] Véase p. e. Metter, H. Principios teológicos y políticos del pensamiento reformado, Libros Desafío, Serie Cosmovisión Reformada, Grand Rapids, 1990, pp. 9ss.
[16] Aranguren, Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, Biblioteca nueva, Madrid, 1998, p. 93.
[17] La tradición protestante de ninguna manera ve el trabajo como un castigo o una maldición por el pecado del hombre. Al contrario ve en él la forma de ejecutar el plan de Dios en el mundo (Génesis 2:5, 8, 15)
[18] Saitta, Guía crítica de la historia moderna, FCE, México, 1998, p. 73.
[19] Pérez, op. cit., p. 169.
[20] Moltmann, et. al., El experimento esperanza, Sígueme, Salamanca, 1977, p. 104.
[21] Véase Van Halsema, T. B., Así fue Calvino, Libros Desafío, Grand Rapids, 1998.
[22] Mackay, El sentido presbiteriano de la vida, El Faro, México, 1969, p. 240.
[23] En perspectiva bíblica, el trabajo, nace como un bendición de Dios. Para el autor bíblico, el trabajo forma parte del ser mismo del hombre. A través de él, el hombre cumple un don divino, puesto que Dios trabajó durante seis días en la creación del mundo, de ese mismo modo, el hombre debe trabajar (Gn 2:1-3). Pero no todo en la vida es trabajo, el hombre no vive para trabajar sino del trabajo, por eso Yahvé Dios, estableció un día de descanso obligatorio, antes que cualquier regulación humana lo estableciera, Dios ya lo había hecho (Éxodo 20:8-11, y especialmente 31:12-17). En este sentido, no sólo el obrar de Dios sirve de modelo para el trabajo humano, sino que el descanso divino también sirve de paradigma para el descanso del hombre. La idea de que el trabajo es una especie de maldición por el pecado del hombre, no encuentra ningún respaldo bíblico; porque en el Huerto de Edén –contrario a lo que muchos piensan- ya se trabajaba, no se holgazaneaba. Se equivocan quienes piensan en el trabajo como una expiación y no como una bendición. Lo que hizo el pecado, fue hacer más duro el trabajo (Gn 3:17-19). En ninguna parte de la Biblia, el trabajo se presenta como un castigo, sino como la actividad que permite al ser humano cumplir con su responsabilidad en el mantenimiento y desarrollo del mundo y en la realización de sí mismo (cfr. Gn 1:2; 2:4-5, 8, 15; 3:23). Sólo a causa del pecado, el trabajo adquirió las características de un esfuerzo penoso (Gn 3:17-19). Pero de hecho, después de ser expulsado del huerto o jardín de Edén, los hombres reciben el mismo mandamiento de “labrar la tierra” (Gn 3:23); ese mandamiento estaba ya tipificado antes de la transgresión primera o caída y se mantiene después de ésta, porque la voluntad de Dios era que el hombre en cuanto “imagen y semejanza” de Él, trabajara. Vale la pena mencionar, que Jesús veía con buenos ojos el trabajo (Juan 5:17), y por cierto, alentaba a trabajar. Nadie que se considere discípulo de Jesús debe menospreciar o rehuir al trabajo.
La posición cristiana y reformada del trabajo es la siguiente: “En cambio, quienes buscan elaborar una perspectiva cristiana del trabajo se vuelven en primer lugar hacia la Creación. A raíz de la Caída algunos trabajos se volvieron agobiantes (la tierra fue maldita y su cultivo sólo fue posible con trabajo pesado y dolor), pero el trabajo mismo es consecuencia de nuestra creación a imagen de Dios. En Génesis 1 Dios mismo se presenta como trabajador. Día a día, o etapa por etapa, su plan creativo se fue cristalizando. Es más, cuando vio lo que había creado, lo declaró "bueno". Disfrutó de perfecta satisfacción por la tarea concluida. Su último acto creativo, antes de descansar el séptimo día, fue la creación de los seres humanos, y los hizo trabajadores como él. [...]
Luego, en la segunda descripción de la creación, que se concentra en el hombre, leemos: "Y Jehová Dios plantó un huerto... Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrará y lo guardase" (Gn 2:8,15). Así Dios plantó el huerto y dios creó al hombre. Luego puso al hombre que había creado en el jardín que había plantado y le mandó cultivarlo y cuidarlo. Así como había dejado la tierra en general a cargo del hombre, también le encomendó el huerto en particular. Más adelante (Gn 4:17ss.) se describe a los descendientes de Adán edificando ciudades, criando ganado, fabricando y tocando instrumentos musicales, y forjando herramientas de bronce y hierro. Al parecer, la descripción corresponde a mediados de la Edad de Piedra.
Aquí pues están Dios el trabajador y el hombre trabajador y quien comparte la imagen y el señorío de Dios. Y los cristianos querrán agregar también a Jesús el trabajador, a la mesa del carpintero, demostrando la dignidad de los oficios manuales. A la luz de estas verdades reveladas acerca de Dios, Cristo y el hombre, ¿cuál es la visión cristiana del trabajo?”. “Trabajo y desocupación”, en Stott, John, R. W., La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos, Libros Desafío, Grand Rapids, 2002, pp. 191ss.
[24] Ibíd., p. 241.
[25] Citado por Pérez, en op. cit., p. 173.
[26] Pérez, op. cit., p. 176.
[27] Harrison, E.F., Diccionario de Teología, Libros Desafío, Grand Rapids, 2002, p. 94.
[28] Para todo lo siguiente, véanse los Documentos de trabajo de la 24ª Asamblea General, Accra 2004, Alianza Reformada Mundial (WARC, por sus siglas en inglés): Que todos tengan plenitud de vida. Especialmente el documento Plenitud de vida para todos: Justicia económica, donde se dice que el sistema económico mundial favorece el comercio en pos del lucro por sobre una economía a favor de la vida. La deuda y la corrupción han sumido a muchos países en la dependencia de instituciones financieras internacionales. El flujo de capitales con fines especulativos se ha multiplicado por cien, mientras en muchos lugares las familias claman por el pan de cada día.
[29] Cfr., infra p. 7.
[30] Ibíd., pp. 479ss.
[31] Cfr., pp. 71ss.
[32] Moltmann, et. al., op. cit., p. 102.
[33] En su monumental Dogmática Eclesial (KD, III, 4, 624), citado por José Ignacio González Faus en el prólogo del Esbozo de Dogmática de Barth, Sal Terrae, Santander, 2000, p. 9.

miércoles, 13 de febrero de 2008

El Dios de la creación-evolución

Uno de los más antiquísimos Credos de la Iglesia Antigua, el Credo de los Apóstoles enseña que los cristianos creemos en el Dios de la creación no en la creación. Por eso, inicia diciendo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso creador...